Derivado del proyecto de investigación “Los maestros de capilla de Querétaro en el siglo XX: Aurelio Olvera Montaño, Gabriel Juárez, Antonio Hernández Chavela y Felipe López Malagón”, el Mtro. Eduardo Núñez Rojas, docente y secretario académico de la Facultad de Bellas Artes, llamó a revalorar el trabajo de interpretación y composición de música sacra que realizaron dichas personas en la entidad.
Explicó que la figura de maestro de capilla nació en la época del Renacimiento, por interés de la iglesia católica y las monarquías europeas de que en los templos hubiera personas con cierta formación musical, para acompañar las ceremonias litúrgicas con su trabajo artístico. Además, los maestros tenían a su cargo la preparación musical y coral de niños para que continuaran con esa tradición, trabajo por el que percibían un sueldo.
Este cargo, indicó, lo ocuparon músicos destacados de los periodos renacentista y barroco, tales como Johann Sebastian Bach.
Núñez Rojas comentó que durante la época de la colonial en México, con la influencia de los españoles, se hicieron diversos esfuerzos para establecer esta figura en los centros religiosos católicos del territorio; y se sabe que en el estado se fortaleció con la Escuela Diocesana de Música Sagrada de la Diócesis de Querétaro, que se fundó en 1892, ahora Conservatorio Libre de Música “José Guadalupe Velázquez”.
Detalló que en la entidad algunos maestros de capilla fueron: Federico Hernández, en La Congregación; los maestros conocidos como “Tránsito” y “Crispín”, en los templos de Santa Clara y del Carmen, respectivamente; Antonio Torres, en La Cruz; Jesús Burgos, en San Agustín, Santo Domingo y Santa Rosa de Viterbo; y Telésforo López, en La Congregación y en Santa Clara.
Además de Aurelio Olvera Montaño, en San Agustín; Gabriel Juárez, en el Templo del Carmen; Felipe López Malagón, en San Antonio y San Agustín; y actualmente, Antonio Hernández Chavela, en la iglesia de El Rayo.
Núñez Rojas aseguró que más allá de las creencias religiosas, es digno de admiración el trabajo que con un alto grado de complejidad realizaron estas personas, el cual se expresa en polifonías, motetes, madrigales y las misas pontificales que compusieron e interpretaron.
“Es música extremadamente bella, que en el momento de escucharla se despierta un ánimo de espiritualidad y da pie a la reflexión del ser humano, porque fue escrita especialmente para eso”, expresó.
Comentó que a raíz del Concilio Vaticano II, celebrado de 1962 a 1965, la figura de maestro de capilla se debilitó debido a que en esa reunión clerical se estipuló oficiar las ceremonias religiosas en el idioma común de cada lugar y no en latín, y que la música debía ser más coloquial para propiciar la interacción con la feligresía.
“Yo creo que esto se malinterpretó, querían que fuera música más sencilla y metieron guitarras con gente que no estaba preparada líricamente, con el fin de acercar a los jóvenes a la iglesia y entonces la figura de maestro de capilla se fue hacia abajo”, lamentó.
El universitario señaló que en la actualidad es difícil que alguien se interese en formarse como tal, porque hay pocos espacios para ejercer el cargo aunque esta figura se preserva en el Vaticano, la Basílica de Guadalupe y la Catedral de México. Aunado a este factor, las personas deben contar con una preparación muy especializada en la ejecución del órgano tubular, que es un instrumento al que es difícil acceder económicamente, pues su precio puede ascender a millones de pesos.

“En Querétaro los órganos tubulares que existen sólo están haciéndose viejos”; dijo; estos instrumentos se localizan en la Catedral y en los templos de San Agustín, San Antonio, La Cruz, San Sebastián, Capuchinas, San Francisco y en Santa Rosa de Viterbo, donde hay dos, uno de “uso rudo” y otro para conciertos; y en los templos de las comunidades de San José Iturbide y Soriano.
Puntualizó que aunque algunos de esos instrumentos han sido restaurados, la mayoría se encuentran en condiciones no adecuadas, pues durante el sitio de Querétaro y en el paso de los revolucionarios por la entidad, fueron desarmados para fundir los tubos y con ellos hacer balas, y con esto se afectó principalmente los órganos de Santa Clara y del Carmen.