La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) a través del Fondo Editorial de la UAQ, la Secretaría de Extensión Universitaria (SEU) y la Dirección de Innovación y Creatividad Cultural, presentó en el Centro de Arte Bernardo Quintana Arrioja (CABQA) la conferencia “Hace 100 años, cuatro poetas: Nervo, Tablada, López Velarde y Pellicer”, dictada por el poeta y ensayista jalisciense, Ernesto Lumbreras Bautista.
 
El coordinador del Fondo Editorial de la Máxima Casa de Estudios de la entidad, Federico de la Vega Oviedo, dio una breve reseña del trabajo del poeta invitado para platicar con los universitarios acerca de estos cuatro referentes de las letras mexicanas y agradeció su participación en este recinto artístico.
 
La conferencia hiló la historia de estos cuatro poetas a través de su vida personal, su trabajo artístico y sus encuentros en México y el extranjero, además platicó sobre algunas memorias de historiadores y otros escritores acerca de ellos y las anécdotas que los involucraron más allá de su genialidad poética.
 
Durante su presentación, Ernesto Lumbreras Bautista expresó que Amado Nervo (1870-1919), además de atender los asuntos diplomáticos del Gobierno Mexicano, era una figura internacional y un poeta leído por las multitudes. Asimismo, explicó que este año se preparan distintos homenajes a este escritor en conmemoración del centenario de su muerte.
 
En lo que corresponde a Ramón López Velarde, afirmó que fue admirador del trabajo de Amado Nervo, pues refería “prefiero a Nervo sobre otro cualquier, ningún peninsular ni latinoamericano se adecua como él a mi modalidad psíquica”.
 
Por otra parte, agregó que tal vez el más antipático de los poetas de los que habló en esta conferencia fue José Juan Tablada, a quien le gustaba, dijo, el “buen vivir”, y como la mayoría de los escritores del modernismo mexicano, no vio con buenos ojos al gobierno de Francisco I. Madero y apoyó a Victoriano Huerta, para posteriormente ser diplomático con Venustiano Carranza.
 
Respecto a Carlos Pellicer, contó sobre la profunda admiración que le tuvo a Ramón López Velarde, quien de acuerdo con el historiador Alfonso Taracena, días después de la muerte de aquel, Pellicer seguía lamentando su partida y manifestando su genialidad.
 
“Ramón López Velarde muere la madrugada del 19 de junio de 1921 y se dice que todo un día, Carlos Pellicer se pasó afuera, en la calle, en la banqueta, esperando un milagro o ver el alma de Ramón López Velarde salir por el pasillo del ahora Museo Casa del Poeta en la Colonia Roma”, contó Lumbreras Bautista.